Estándares: Nunca es suficiente
Pasa con todo: la limpieza del hogar, la crianza intensiva, con nuestra propia imagen, el desarrollo profesional y ¡sin olvidar una vida social plena!
Todo es una lotería
y yo deseando ganar algo de lo que pedías.
Se está tornando raro seguir en caída
y verme tramando el salto cortando el paracaídas.
Quereme, Louta & Wos.
Despertarse, sonreir. Escribir las páginas de agradecimiento o “journal”. Tomar jugo verde para activar las endorfinas. Salir a entrenar. Volver, cambiarse. Sonreír. Subirse al colectivo, a la bicicleta o al medio de transporte que te lleve a trabajar. Cumplir objetivos, esforzarse, dar lo mejor de uno.
Volver del trabajo, hacer la comida, sacar los tuppers sucios de la vianda y lavarlos, volver a llenar esos tuppers para el otro día. Ordenar la casa, ordenar los juguetes. Bañarse. Bañar a los hijos-as. Poner a lavar la ropa. Hacerse la rutina de skin care, ponerse perfume. Tener tiempo de una, de paso, para leer, ver una película. No dormirse rápido y al mismo tiempo cumplir las ocho horas de sueño.
No sé en qué momento toda esta “vida libre” que aspiramos tener se volvió tan exigente y, al mismo tiempo, tan funcional a la sociedad en la que vivimos.
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¿Por qué la clase ociosa se ha vuelto la clase agobiada? se preguntan Helen Hester y Nick Srnicek en Después del trabajo. Una historia del hogar y la lucha por el tiempo libre.
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La forma de vida que adoptamos es la del cansancio. Las condiciones en las que producimos nos impusieron que esa sea la forma en la que vivamos. Empezamos a contar una narrativa en torno al agotamiento que nos es funcional y hasta nos hace ver más productivos. El relato que circula entre mis amistades es “no doy más” y a veces parece una competencia entre quién vive peor para demostrar lo exitosos que somos.
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El trabajo reproductivo se vuelve interminable. Siempre hay algo más por hacer: desde pasar la aspiradora, lavar los platos, barrer, hasta sacar un turno médico, comprar útiles o planificar el próximo cumpleaños. “El resultado final es que el trabajo doméstico tiene la mala costumbre de entrometerse en cualquier tiempo libre que podamos desear”, escriben Hester y Srnicek.
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Entonces “estamos quemados” la mayor parte del tiempo y nos cuesta decir que no. Muchas veces, porque sabemos que si no lo hacemos va a haber otra persona haciéndolo por nosotros y peligra nuestro puesto de trabajo, nuestra participación en un plan social, o vaya a saber qué exigencia. Pero también por el famoso FOMO, el miedo a estar ausentes, y sentir que nos estamos perdiendo de algo genera tanta ansiedad que preferimos sobrecargarnos.
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La vorágine en la que vivimos, esta sensación de que el tiempo transcurre más rápido de lo que quisiéramos, se olvida de algo: el presente. Me pregunto si entre tanta información hay tiempo para aburrirnos. Si entre tanta exigencia de rendimiento, hay posibilidad de descansar, de pensar cómo nos sentimos, de detenernos.
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Algunas licencias que me tomo para ganar tiempo libre: no bañar a mis hijas todos los días sino día por medio, un ratito de televisión antes de cenar, cenar sandwiches y ese día no lavo los platos. A favor de que ordenen los juguetes todos los días pero si alguna vez no quieren hacerlo, tampoco insisto de más.
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Seguiré despertándome temprano, contestando mails y haciendo cuentas. Las redes sociales nos seguirán vendiendo a expertos en éxito y, muchas veces, eso me hará sentir fracasada. Me seguirá importando que mis hijas coman variado aunque no siempre lo logre y me reconforta el día en que la casa está limpia y las bolsas de basura vacías. Aunque no, no siempre lo logro. Me alivia saber que el horizonte de posibilidades siempre puede ser -un poco- más amplio.
Los estándares nunca estuvieron tan altos que así vivimos nuestra adultez hoy: llenos de exigencias.
Por eso, pienso que todavía tenemos que luchar por tener tiempo para poder responder, las veces que sea y como sea, qué queremos hacer con nuestro tiempo y cómo queremos organizar nuestras vidas.
Queridos mapadres y cuidadores:
¿Cómo están y cómo se llevan con las exigencias de estos tiempos? ¿Cuáles son sus estándares domésticos y de cuidados? Los míos intentan ser altos pero después devengo en una madre promedio cualquiera y me relajo. Creo que de eso se trata.
Sobre este tema, les recomiendo la lectura del libro Después del trabajo de Helen Hester y Nick Srnicek.
Aprovecho para contarles que la semana pasada estuve invitada en “Ahora que sí nos ven”, el programa de Ingrid Beck. Hablamos de El filo del amor y de todos los amores, claro, así que pueden escuchar la entrevista acá.
Y ahora lo más importante: ¡quiero invitarlas a la presentación de mi libro!
La cita es este sábado 28 de septiembre a las 18 hs en Naesqui Libros (Charlone 1400, Villa Ortuzar, CABA).
Te cuento porqué es un planazo:
Porque va a haber música en vivo a cargo de mis amigos Cuentos a cuerda. Ellos son un dúo de música para infancias, pero en esta oportunidad van a estar tocando canciones de amor para conquistarnos el cuore-corazón a los adultos.
Porque va a acompañarnos Tomás Balmaceda, Doctor en Filosofía y crack en cultura de los 90, va a hablar de cosas que él solo sabe hablar de forma amena y con humor.
Porque también va a acompañarnos Florencia Dappagi, que es una poeta muy joven que escribe cosas hermosas del amor, leyó nuestro libro y tiene cosas para decir.
Porque en Naesqui hay café, scon de queso y croissants.
Porque tienen la excusa perfecta para dejar a sus hijos-as y regalarse un momento para ustedes.
Porque me compré una camisa divina y quiero estrenarla.
Porque voy a estar, quiero verlas, abrazarlas y traspasar la pantalla. Creo que este es el motivo más importante.
Les comparto el flyer de la invitación, me encantaría encontrarme con ustedes. Estoy muy contenta con las lecturas que me van compartiendo del libro. Ojalá al leerlo, si es que les interesa o pueden hacerlo, también me cuenten qué les pareció.
Ya me despido, pero antes:
¡Pueden contestarme a este mail contándome lo que quieran que siempre las leo y respondo!
Este correo es posible gracias a las personas que forman parte del Club Harta(s), mi suscripción mensual. Por menos de lo que vale un café con leche, reciben un correo extra mensual, tienen un descuento extra y prioridad en todos mis talleres o propuestas, y además la posibilidad de encontrarnos a charlar 1:1. Acá pueden sumarse.
Si quieren proponerme nuevos temas para que escriba pero a través de un formulario porque se sienten más cómodas, está esa opción también.
Ahora sí, ¡hasta el próximo martes!
¡Les mando un súper abrazo!
F.
Mis libros:
EL FILO DEL AMOR
Este libro habla del amor, sí. Pero no solo como algo hermoso y placentero, sino también sobre sus oscuridades, sus complejidades, sus filos. Acá un fragmento. Disponible en Amazon acá.
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