Mientras veía el estreno de El eternauta este fin de semana, de forma frenética como la mayoría, fui anotando algunas frases que resonaron y con las que quiero hacer un ejercicio de asociación libre. Este correo no es un análisis del cómic, tampoco una mirada exhaustiva de la serie. Son frases disparadoras que me llevan a otros pensamientos. No tiene spoilers, no voy a detenerme en ningún detalle de la historia, solo daré algunos nombres de los personajes y pocas referencias, pero pueden leerlo hayan visto o leído El Eternauta o no.
Hechas las debidas advertencias, acá vamos:
“Las cosas viejas funcionan”.
Me reconfortó escuchar esta frase en una época en la que lo viejo y la obsolescencia programada están a la orden del día. Me quedó grabado un tweet de Diana Maffía en el que contaba que su papá, cuando pasaba por un negocio, decía: “¡Cuántas cosas que no necesito!”. No estoy hablando de simular algo que no somos o hacer de cuenta que no vivimos en el mundo que vivimos, sino de aprender a vivir de forma más austera. No es precariedad de lo que estoy hablando sino de simpleza. De verdad no necesitamos “lo último” a cada minuto. De verdad hay cosas viejas que funcionan. Qué reconfortante sentir que podemos correr un poco menos detrás de la novedad. En la casa de mi papá hay un montón de cosas viejas. Cosas que, confieso, me burlo cada vez que voy y le pido que las tire. Pero ahora me dan ganas de decirle que guarde todos sus cds, sus equipos de música obsoletos, caducos, en los que no funciona Spotify pero podemos poner un disco de Pink Floyd y escucharlo a todo volumen cuando llegue o no el fin del mundo.
“En este momento nadie conoce a nadie”.
Frente a un posible colapso, como cualquier situación límite que nos toma por sorpresa, imagino que hasta nos desconocemos a nosotros mismos. ¿Cómo pienso que reaccionaría yo misma? No lo sé. A veces, imagino que no haría nada y me rendiría. Que quizás, como en la escena final de una mala película, prepararía ñoquis con tuco y mucho queso rallado, y me entregaría a lo que venga. Otras veces, sospecho que no me rendiría, que haría lo posible por seguir viva. Le hablaría a gente que no conozco, pediría ayuda, aprendería a usar cuchillos filosos, sería capaz de abandonar mi casa, mis cosas, incomodarme. Aunque todo esto son solo suposiciones porque frente al colapso, ¿cómo podríamos conocernos? Incluso lo más difícil de aceptar es que en ningún momento nadie conoce a nadie “del todo”. Pensamos que nos conocemos. Nos quedamos más tranquilos cuando tenemos más información de una persona o cuando compartimos experiencias. ¿Pero hasta qué punto conocemos a la otra persona? Es una ilusión. Pensamos que conocemos a nuestros hijos porque los criamos con amor, sabemos qué dibujitos animados miran o qué fruta les gusta desayunar, que conocemos a nuestras parejas porque vivimos con ellas o que nuestros amigos son de determinada manera. Pero no, qué misterio.
“Lo que se rompió es el mundo”.
Un mundo roto no es solo el que está invadido por los cascarudos. El mundo roto es, en alguna medida, el mundo que habitamos. El mundo roto se hace patente cuando salgo a la calle y veo a una persona saliendo de un tacho de basura con su hijo que no llega a los diez años. También cuando hablo con mis amigos y competimos por ver cuántos trabajamos tenemos cada uno para llegar mejor a fin de mes. Está roto cuando leo en los diarios que resaltan un solo caso exitoso entre miles por “mérito” de una persona pero después no importa que haya más del 50% de pobreza y que sea solo una frente a los miles que quedan afuera. Se rompe un mundo en el que nos pensamos solos, aislados, nos miramos solo a nosotros mismos. Siempre me hicieron ruido las expresiones de “cuidá a los tuyos”. ¿Quiénes son “los tuyos” y quiénes son “los otros”?
“La gente buena tiene que seguir existiendo”.
Digo que el mundo está roto y también estoy convencida de que la gente buena tiene que seguir existiendo. Quizás peque de incrédula pero pienso que todavía queda mucha gente buena. Reconocer todas las contradicciones y las injusticias que habitamos en estos tiempos no va en detrimento de también confiar en el que el futuro puede traer cosas buenas. Y eso tiene que ver con confiar en las personas. En estos tiempos, cada vez más, aparece la libertad individual como un valor. Se nos imponen opciones (¡infinitas!) disfrazadas de elecciones, aunque hay que ver cuánto de eso tiene que ver efectivamente con la libertad. Como escribe el filósofo Martín Hagglund, “si estuviera dado lo que debemos ser, lo que debemos decir y a quién debemos amar -en suma: si estuviera dado lo que debemos hacer con nuestro tiempo-, no seríamos libres”. Las cosas no están dadas, depende de nosotros y de los otros.
“Ella nos encontró”.
(Único spoiler) Me emocionó profundamente cuando Elena le dice a Juan que Clara los había encontrado, que era ella la que había vuelto a buscarlos. Estamos acostumbrados a pensar la crianza y la mapaternidad de forma unidireccional, y tiene sentido. Somos los padres quienes cuidamos a nuestros hijos. Somos los padres quienes queremos inculcarles "los mejores valores y darles nuestro amor. Somos nosotros, los grandes, los adultos, los que tenemos las cosas claras, quienes les marcamos el norte a nuestros hijos. Sin embargo, a veces son ellos los que nos encuentran.
“Viva la resistencia”.
Viva la resistencia, nuestro derecho a la desobediencia y El Eternauta.
Otras cosas que me quedo pensando:
El rol de la filosofía frente al colapso.
Ante un problema verdaderamente real, como una invasión de cascarudos y una nieve paralizante, la filosofía no resuelve problemas. Si suponemos que a la población la ataca un virus desconocido que viene del espacio exterior y nos amenaza a todos nosotros, no necesitamos de la filosofía. Básicamente lo que necesitamos es buena ciencia para encontrar la solución a este virus. Necesitamos a un Favelli sabiendo de ingeniería electrónica, una Elena siendo médica o un Juan aprendiendo a usar armas. No da que lleguen los filósofos y digan: “ah no, este no es un problema filosófico". Necesitamos de científicos que encuentren la cura a ese virus. Ahora, incluso estando al borde de la muerte, puede ser interesante mientras se prende fuego todo juntarse no a resolver problemas pero sí a redefinirlos. A pensar “es por acá” y a observar la cosa desde afuera. Ahí entra la filosofía, estoy segura que sí. Esto es solo una forma de seguir justificando mi trabajo.
Frenar y jugar al truco.
Qué acto de sabiduría y templanza: jugar al truco mientras el mundo se acaba. Puede sonar superfluo, pero es la base de todo. Como cuando la vida se derrumba, y aún así te abrís un chocolate, ponés Friends y te reís como si nada. Esa pausa no es escape: es resistencia. Jugar al truco, hacer chistes con tus amigos, abrazar a tus hijos.
El héroe es el grupo.
No veo la hora de compartir con mis hijas la historia de El Eternauta, porque acá los superhéroes son personas comunes y corrientes. No hay rayos lásers, capas mágicas y personas volando por los aires. Hay adultos comunes y corrientes, que no lucen exageradamente jóvenes ni exageradamente poderosos. Son héroes porque se juntan y piensan cómo seguir para adelante. También se pelean, van y vienen, se equivocan, y se vuelven a juntar.
Desapariciones.
No podemos leer El Eternauta sin hablar de su creador: Hector Oesterheld. Fue secuestrado a los 57 años, por la última dictadura militar de nuestro país, y aún continúa desaparecido. También sus 4 hijas fueron secuestradas, algunas asesinadas y otras desaparecidas. Dos de ellas estaban embarazadas al momento de ser secuestradas, seguimos buscando a sus hijos.
H.I.J.O.S. escribió en sus redes que “si naciste en noviembre de 1976 o entre noviembre de 1977 y enero de 1978 y tenés dudas sobre tu identidad o la de alguien que nació en sus fechas, contactate con @abuelasdifusion”.
Y ahora sí, vayan a ver o a leer El Eternauta.
Queridos mapadres y cuidadores:
¿Cómo están? ¿Ya vieron El Eternauta? ¿Qué les pareció? Cuéntenme. Yo la terminé el domingo, con la lluvia garrafal, y tuve pesadillas esa noche porque qué angustia ese colapso tan inminente. Ni que hablar cuando ya no es de Black Mirror en Londres sino acá cerquita, en Puente Saavedra, y con los bichos atacándonos.
Algunos análisis de la serie que leí y me gustaron:
Esta nota de Tamara Tenenbaum para elDiarioAr.
Esta investigación de Agustina Larrea para elDiarioAr.
Esta nota de varios autores para La Agenda Ba.
Cambiando de tema, quiero contarles algunas novedades que me ponen muy contenta.
La primera es que, por primera vez, voy a estar lanzando un taller de escritura filosófica: se llama Las preguntas que no nos hacemos, es presencial, con cupos limitados, y son dos encuentros los días jueves 22 y 29 de mayo a las 18 h en Fundación Medifé. Voy a estar dándolo con Marcela Peidro, ella es filósofa y dramaturga, y estamos armando algo hermoso que combina escritura, filosofía y literatura. Este taller es para vos si:
Querés tener un momento de introspección personal en el que puedas hacerte preguntas a partir de tu propia vida.
Querés llevarte herramientas de la filosofía para entender mejor tus emociones.
Querés tener un espacio en el que puedas escribir.
Querés encontrarte con otras personas para conversar, pensar y compartir ideas.
Data re mil importante: por ser parte de este newsletter, tienen un 10% OFF en la inscripción. Acá les dejo toda la información.
Esta semana voy a estar en la Feria del Libro participando de dos actividades. El miércoles 7/5, a las 19:30 h, voy a estar en el panel “Filosofía para sentir" junto a Marcela Peidro, Alaleh Najafian y Nicolás Grupe, y modera la charla Teo Scoufalos. El jueves 8/5, a las 17:30 h, voy a estar en la presentación del nuevo libro de Leila Daleffe para hablar del asombro, las infancias y el lugar del arte.
¡Seguimos con el mejor plan para una noche de liberación maternal que es venir a reír, emocionarte y abrazarnos en Todas las exigencias del mundo! Ya pasamos cuatro funciones y cada vez se está poniendo mejor. Las próximas son el sábado 24/5 y 21/6. Cada entrada viene con dos consumiciones de regalo y además el show incluye un tercer tiempo en el que podemos conocernos, encontrarnos y abrazarnos.
Creo que eso es todo. Tengo ganas de que Harta(s) vuelva a ser semanal, estoy haciendo algunos cambios laborales que espero me traigan más aire para volver a este proyecto semanal que amo y me mantiene activa la búsqueda y la escritura. Veremos si lo logro dentro de poco. Si hay algo en particular sobre lo que quieran que escriban, solo tienen que responder este mail o dejar su preocupación acá. ¿Qué más? Harta(s) existe gracias al Club Harta(s). Una suscripción mensual con un monto ridículamente barato ($1500 o $2500). Si forman parte del Club tienen un mail extra mensual, el archivo a todos mis correos anteriores, descuento extra en talleres y otras yapas como poder conversar 1:1. Asociarte es una excelente forma de bancar a tu creadora de contenido-escritora-filósofa-amiga o como quieras llamarme.
Ahora sí, esto es todo por hoy.
Para lo que necesiten, acá estoy.
¡Les mando un súper abrazo!
Flor Sichel
Mis libros:
EL FILO DEL AMOR
Este libro habla del amor. Pero no solo como algo hermoso y placentero, sino también sobre sus oscuridades, sus complejidades, sus filos. Es mi último libro. Ideal para cualquier persona que quiere meterse en el mundo de la filosofía por primera vez y pensar sobre el amor. También para regalárselo a jóvenes y adolescentes.
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¿Y VOS QUÉ PENSÁS? Viaje filosófico por las ideas
Un libro-cuaderno de filosofía, bien lúdico y didáctico, para chicos y chicas de 9 a 101 años.
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Filosofar desde la infancia y perderse en el camino
Un libro para madres, padres, docentes y personas curiosas que tengan muchas ganas de acompañar las preguntas en la infancia. ¡Con prólogo de Luis Pescetti!
Mis cursos:
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EL AMOR POST-HIJOS: MÁS ALLÁ DEL IDEAL
¿La llegada de los hijos-as transformó tu relación de pareja? “El amor post-hijos: más allá del ideal” es un curso online con herramientas teóricas y prácticas para repensar el amor post-hijos, entender los cambios y construir nuevas definiciones posibles para explorar el amor en esta nueva etapa. Curso online, asincrónico, por capítulos, para ver de por vida. Incluye bibliografía y ejercicios de escritura.
Leo tu reflexión sobre la frase "En este momento nadie conoce a nadie" y se me viene a la mente algo que me dijeron hace poco: "Decís que 'morirías' por tus hij@s (o seres queridos), pero vivirías por ell@s?". La reflexión a la que me llevaron es que es fácil entregarse, dejarse morir: tenés una enfermedad terminal y simplemente te despedís, perdés una pierna y simplemente te dedicás todos los domingos a acercar la silla de ruedas a la mesa para "estar" en el almuerzo con la gente. Pero (y más simple), a pesar del día a día (más o menos duro), te levantarías todos los días 2 hs antes para hacer ejercicio? para que en 10 años puedas jugar a la pelota con tu hijo que ahora tiene solo 7? Dejarías "tu zona de confort" (tele, sofá, diario, mail, 'escrollear' redes sociales, etc.) por una hora solo para ir al gym, a pilates, a tae-kwon-do o simplemente a correr 25 vueltas a la manzana?
Me pegó muy duro, me dió en lo más profundo de mis postres (cada vez menos y más simples), mi parrillero (cada vez más oxidado) y mis partidos de Central (cada vez más desde casa por la situación que nos hacen atravesar).
Hola, hermoso correo, no ví la serie, pero igual me emocionó un montón toda la asociación libre, y me deja pensando en muchas cosas de la vida cotidiana.