Los comienzos relacionados a mis hijas me conmueven. El ciclo lectivo es una de esas ocasiones: hacer cuenta regresiva, preparar la mochila, sacarles una foto en la puerta del colegio, acompañarlas en sus primeros días.
La rutina en casa de marzo a diciembre parece más alemana que argentina. Merienda a las 17. Baño a las 18. Cena a las 19. Cuentito y a dormir a las 20 h. ¿Régimen militar? Quizás. Pero es lo que permite que mis hijas, madrugadoras natas, duerman las horas que necesitan y que nosotros, como mapadres, no caigamos derrotados en el intento. La clave está en tener la cena lista desde temprano, cosa que no siempre sucede. Los domingos son ideales para dejar algunas cosas adelantadas. Paulina Cocina lo llama meal prep. Mil veces no llegamos a eso, como hoy, que cenaremos milanesas con tomate.
Mi hija mayor empieza todo el día el colegio por primera vez. No puedo creer que finalmente llegó el momento en que va a pasar ocho horas (y nueve si contamos los traslados) fuera de casa. Me hago la canchera, pero la extraño. Hay demasiado silencio en casa.
Mi hija menor también empieza en la sala de dos. Empieza es una forma de decir porque no está muy convencida de entrar a la sala. Empezó la adaptación con la niñera por el tetris de horario, pero después de ponernos a prueba los tres (papá, mamá, niñera), nos dijeron: “con la niñera hizo mucho apego, es con la que más llora, vengan ustedes”. Okey, daga en el corazón. No solo ahora escribo estas palabras desde la adaptación sino que además se supone que tengo que bancarme emocionalmente que a mí me suelta mejor. Gracias, hija.
“Entró bien”, me avisa su maestra. Está a upa. Jugando con espuma. A upa. "No te vayas, ni al café de la esquina", me advierte.
Las primeras dos semanas éramos 16 papás y 18 mamás con computadoras, charlas y cafés sin tomar en el sum del colegio.
La tercera semana éramos 8 papás y 12 mamás con computadoras, ya sin tanta ganas de charlar y con el celular en la mano.
La cuarta semana somos 4 papás y 4 mamás.
Quizás la próxima semana pueda irme a tomar ese bendito café de la esquina.El problema no es la adaptación. Esta segunda maternidad me encuentra con más entrega, paciencia y disponibilidad emocional. Quiero acompañarla. El tema, como casi siempre, es la conciliación. ¿En qué trabajo podés pedirte tres o cuatro semanas de licencia para hacerla? Incluso para quienes somos independientes, como yo, también dificulta la jornada. Me la paso moviendo reuniones. Cuando hablamos de que los cuidados tienen que ser sociales y estar acompañados de políticas públicas, me refiero a esto: licencias para poder hacer la adaptación de nuestros hijos e hijas. Quiero estar presente acompañándola sin miedo a perder el trabajo o la cabeza.
“Extraño estar en casa con vos”, me dice mi hija mayor. “Extraño los juguetes. Extraño a Oli. No quiero ir todo el día al jardín”. Y yo me encuentro diciendo cosas como “los chicos grandes van al jardín todo el día”. También voy probando diferentes argumentos: “es un derecho que vayas a la escuela”, “ir a la escuela es re divertido”, “andá a la escuela así aprendés cosas nuevas y después me las contás”. En días menos optimistas llegué a decirle: “te entiendo, yo tampoco quiero ir a trabajar pero hay que hacerlo igual”.
Hay que hacerlo… me convertí en mi padre.Hago una charla que se llama Todas las exigencias del mundo, y después soy la madre más exigente del mundo. Aún sabiendo que la adaptación es un proceso, me angustio cuando mi hija llora y pienso que esto va a durar mil años. Entro en un loop con mis pensamientos: Si sigue llorando así, no va a adaptarse nunca. No va a empezar sala de dos. Entonces tampoco sala de tres. Jamás se va a escolarizar.
Sí, un delirio.
Pretendo que Olivia, de veintiún meses, se adapte rápido, como si yo, con treinta y cinco años, me adaptara rápido a los cambios.¿Por qué le pedimos a las infancias lo que tampoco podemos los adultos?
Cambios de Toy Story
Changes de David Bowie
Cambios de Anthony Browne
La trama y el desenlace de Jorge Drexler
Tick tick boom, el musical.
10. Bienvenidos sean los tuppers, las viandas, las idas y vueltas, las actividades varias para preparar y los chats de cada sala. Me encanta saber que mis hijas se abren al mundo, que salen de casa para estar con otras personas, forjar amistades y aprender cosas nuevas.
Creo que lo más difícil de la crianza es aceptar que no podemos impedir que nuestros hijos crezcan, se alejen un poco, que experimenten, que se equivoquen, que decidan por ellos mismos. Quizás de eso se trate el encuentro con su propia libertad. Con su autonomía. Bienvenida sea esta nueva etapa, caótica y desafiante, con mis dos hijas escolarizadas. Ay, las adaptaciones…
Queridos mapadres y cuidadores:
¿Cómo están? Acá celebrando este aire fresco que me hizo dejar los vestidos y volver a mis camisas amadas. Aire fresco, algo de sol, no puedo pedir más. Este correo empezó a escribirse en la adaptación y terminó en mi casa, con una taza de café en la mano. Me lo merecía. ¿Cómo viven ustedes las adaptaciones de sus hijos? ¿Qué estrategias les funcionan? Cuéntenme.
Con este correo inauguramos la temporada 2025 que consta de un correo quincenal los días martes a las 9:30. Sean bienvenidos y bienvenidas a leerme, intercambiar y sugerirme temas. Si hay algo en particular sobre lo que quieran que escriban, solo tienen que responder este mail o dejar su preocupación acá.
Harta(s) existe gracias al Club Harta(s). Una suscripción mensual con un monto ridículamente barato ($1500, $2500 o podés elegir incluso). Si forman parte del Club tienen un mail extra mensual, el archivo a todos mis correos anteriores, descuento extra en talleres y otras yapas como poder conversar 1:1.
Cambiando de tema, quiero ponerlos al día con algunas cuestiones:
Hemos agotado dos funciones de mi unipersonal-charla Todas las exigencias del mundo en la Sala Casals del Paseo La Plaza. Esto es algo nuevo para mí, un desafío que me tiene muy entusiasmada. Lo más seguro es que agreguemos una tercera fecha en abril. Voy a estar avisándoles primero por acá, como siempre. Y si tenés muchas ganas de no quedarte afuera y querés tener la prioridad más prioridad de todas, me dejás tu correo acá.
La banda musical infantil Los Rockan me invitaron a participar de su podcast La niñez no toma el té. Me acuerdo cuando lo grabamos que fue un día mega lluvioso, había faltado la niñera así que yo fui con Oli de ocho o nueves meses. El podcast salió hace poquito, la conversación fue hermosa. Ellos son lo más, los quiero mucho. Acá pueden escucharla.
Hace un tiempo les mostré por historias de Instagram el proyecto Club Enlápiz. Me gustó tanto que lo comparto por acá también. Club Enlápiz es una suscripción literaria llevada adelante por Vane y por Meli, educadoras y especialistas en literatura infantil. Tienen unas valijas lectoras que incluyen unos libros y unos itinerarios espectaculares, que vienen con mil regalos y stickers y juegos didácticos. Pero además tienen también una editorial con una curaduría muy bien lograda. Soy fan de regalar libros. Mis hijas saben de hecho que es lo único que me piden y yo les suelo decir que sí de una (no tienen la misma suerte con otros juguetes, jaja). Les dejo un código que me ofrecieron por ser parte de esta comunidad. Tienen envío gratis a todo el país en la suscripción con el código “FLORSICHEL”.
Bueno, y eso es todo.
Nos leemos dentro de dos martes.
Les mando un súper abrazo, Flor Sichel.
Mis libros:
EL FILO DEL AMOR
Este libro habla del amor. Pero no solo como algo hermoso y placentero, sino también sobre sus oscuridades, sus complejidades, sus filos. Es mi último libro. Ideal para cualquier persona que quiere meterse en el mundo de la filosofía por primera vez y pensar sobre el amor.
Acá un fragmento. Disponible en Amazon acá.
¿Y VOS QUÉ PENSÁS? Viaje filosófico por las ideas
¡Un libro que escribí para chicos y chicas de 9 a 101 años!
Acá encuentran un fragmento.
Filosofar desde la infancia y perderse en el camino
Un libro para madres, padres, docentes y personas curiosas. ¡Con prólogo de Luis Pescetti!
Te leo desde el café de enfrente del jardín de mi hijo, en proceso de adaptación. Estoy por entrar a una reunión de trabajo tratando de no perder la cordura. Me siento más acompañada ahora. Gracias
Acá en proceso de adaptación sala de 3, tercera semana , ya entra sola y abraza a la seño, y se preocupa porque no le usen su taza. Yo, cansada , y pensando en las adaptaciones de sus dos hermanos de 9 y 6 años ... No las recuerdo
... Increíble... Pensé en un momento, ¿me olvidaré de esta adaptación también? Gracias por tus palabras