Brecha de culpabilidad: Lo que muchas sentimos, ¡tiene nombre!
No es una tarea concreta, algo de lo que ocuparnos o des-ocuparnos. Es otra cosa, es como una sensación que tenemos de trasfondo y que nos acompaña.
Estoy en sala de profesores, un viernes, somos cinco docentes mujeres quejándonos de cosas distintas relativas aunque todos los reclamos tienen algo en común: eso que sentimos, eso que no sienten nuestras parejas.
No es una tarea concreta, algo de lo que ocuparnos o des-ocuparnos. Es otra cosa, es como una sensación que tenemos de trasfondo y que nos acompaña todos los días de nuestras vidas.
Algo de esto me queda dando vueltas en la cabeza, le pregunto a Natu Liguori qué piensa y ella me comparte una idea maravillosa de Ellen Goodman, una periodista estadounidense que encontró una palabra para eso que muchas sentimos.
“No te pienso decir dónde queda ese lugar, donde se encuentran la maraña tenebrosa del bosque y la franja de luz sin señalización: encrucijada llena de fantasmas, paraíso mohoso: ya sé quién quiere comprarlo, venderlo, hacerlo desaparecer. Y no pienso decirte adónde queda, ¿para qué hablo, entonces? Porque vos todavía sos capaz de escuchar, porque en tiempos como éste, para que vos te dignes a escuchar, es necesario hablar sobre los árboles”.
Qué tiempos son estos, Adrianne Rich.
¿Cuántas veces nos dijeron “exageradas” o nos trataron de “ansiosas” por estar ocupándonos de cosas que, si no lo hacemos, después no se terminan haciendo?
Como cuando estás pensando en que en unos meses viene el cumpleaños de tu hija y alguien tiene que pensar la lista de invitados, qué cosas van a necesitar y empezar a pedir presupuestos.
O los turnos médicos que tenés que agendar antes de que comience el ciclo lectivo. Es aburrido pero no hay natación, ni ninguna clase de deporte, sin apto médico a tiempo.
O revisar qué ropa ya queda chica para saber qué necesitan nuestros hijos o hijas. Porque sí, ya sabemos que necesitan cosas, pero alguien tiene que identificar qué.
La lista podría seguir, ¿no cierto? Esas tareas son chiquitas, casi imperceptibles, y las mencionamos en cada oportunidad que hablamos de la carga mental. Sin embargo, y por más que intentemos dividir las tareas y delegarlas de forma equitativa (el famoso e imposible 50% y 50%), la igualdad se nos sigue escapando.
Metámonos un poco más de lleno en eso que sentimos. Intentemos bucear en nuestra emocionalidad.
¿Cuántas veces sentimos bronca al ver a nuestras parejas dormir plácidamente cuando una no puede pegar un ojo porque la cabeza explota de responsabilidades ligadas con los cuidados?
¿O cuántas somos las encargadas de gestionar la niñera para poder, finalmente, hacer “salida de novios”?
¿Cuántas veces te preguntaste porqué él tiene la capacidad de irse tranquilo a trabajar cuando el bebé tiene fiebre, siento que cuando sos vos la que tiene que irse, lo hacés absolutamente mortificada, sintiéndote una madre abandónica?
Porque no es solo ejecutar la tarea o pensarla. Es también esa preocupación extra que padecemos quienes maternamos. Esta diferencia en las experiencias tiene un nombre: brecha de la culpabilidad.
La brecha de culpabilidad es un concepto que trae Ellen Goodman, una periodista estadounidense, para describir ese abismo de preocupaciones que separa a las madres de los padres.
La brecha de culpabilidad es la que nos lleva a leer con más atención el prospecto que indica cuánto ibuprofeno tiene que tomar nuestro hijo en la madrugada. La que nos hace comprar el último libro sobre crianza respetuosa o escuchar un podcast que nos ayude a entender los berrinches. Es la que nos lleva a leer más libros, hacer más talleres y volvernos expertas en todos los temas.
Esto nos mete en una encrucijada a las madres de la que a veces es difícil salir. Por un lado, sentimos el interés, el compromiso y la responsabilidad porque, como madres, ¿qué mejor que estar en la mayor parte de los cuidados de nuestros hijos e hijas? Aunque, por otro lado, se retroalimenta de forma negativa un círculo en el que las madres pareciéramos ser las únicas que sabemos qué, cómo y cuándo de nuestros hijos e hijas.
¿Vieron la cantidad de publicaciones sobre la “culpa materna” y, en contraposición, cuántas sobre la “culpa paterna”? Muchas para la primera opción y nula para la segunda. ¡Y eso que nada nos gustaría más que no tenerla!
Como cuenta la comediante Dalia Gutman, “no sé por qué en general para nosotras es mucho más conflictivo que para ellos, y por más que hayamos evolucionado bastante como sociedad, todavía la cosa sigue siendo así”.
¿Qué hacemos entonces? ¿Cómo dejamos caer nuestras preocupaciones? ¿Habrá forma de “pasarle” algunas a nuestras parejas? Estamos hablando de contagiar el compromiso, las ganas de involucrarse en las tareas y no cumplir únicamente “porque no queda otra”.
Quizás lo que deseamos las madres para poder criar de forma más equitativa es un puente.
Sí, un puente en el que podamos caminar las veces que sea necesario, descansando en que también hay otro cuidador caminando a nuestro lado.
Un puente que nos permita pasar por arriba a la brecha de la culpabilidad.
Una imagen que calza justo con todo lo que conversamos. Créditos: @momlife_comics
Queridos mapadres y cuidadores:
¿Cómo están? ¿Cómo dicen que les va? Por acá, estoy escuchando este mix de música clásica mientras termino de escribir este correo.
El concepto de brecha de culpabilidad llegó a mí, como les dije, cuando necesité hacer catarsis con mi amiga Natu. Por suerte para mí, Natu no es cualquier amiga, es también una grosa en estos temas y siempre tiene lecturas a mano para prestarme.
Para quienes no la conocen todavía, Natu Liguori es Psicóloga especialista en Psicología Perinatal. Diplomada universitaria en Sexualidades, Parentalidades y TRHA. Se describe a sí misma como docente apasionada y lectora compulsiva. Es co-autora de un libro junto a Carolina Mora, para chicos y chicas, sobre duelos gestacionales. Acá les comparto para que puedan ver más.
Cambiando de tema, les cuento que estos días me tienen revolucionada internamente. La semana próxima Olivia cumple su primer año. A diferencia del primer año de Sofi, que además fue en pandemia, esta vez todo parece girar más rápido. ¿A dónde se fue mi bebé? No lo sé. Sí sé que nada me conmueve más que mis hijas crezcan, verlas crecer. Así que acá estoy, pensando cómo celebrarla y cómo celebrarnos como familia.
Eso es todo, creo. Si quieren hacer que este proyecto siga creciendo, pueden sumarse al Club Harta(s). Consiste en una suscripción mensual que permite que yo pueda sentarme a escribir estos correos. Y además, de yapa y a modo de agradecimiento, reciben un mail extra mensual, la posibilidad de charlar 1:1 conmigo y descuento en mis talleres.
También pueden difundir este proyecto en sus redes sociales etiquetándome. Cualquier tema o sugerencia que quieran dejarme, pueden escribirlo acá.
Ahora sí, nos volvemos a encontrar dentro de dos semanas.
¡Les mando un súper abrazo!
F.
PD. Si tenés ganas de ampliar la mirada en relación a estos temas, ¡te invito a mi CURSO ONLINE “Guía (existencial) para sobrevivir a la maternidad”. Un curso asincrónico, online, que podés ver desde dónde quieras y las veces que quieras. Con el código “hartas” accedés a un 10% OFF.
Escribí dos libros y acá pueden conseguirlos:
¿Y vos qué pensás? Viaje filosófico por las ideas
¡Un libro que escribí para chicos y chicas de 9 a 101 años!
Acá encuentran un fragmento.
Filosofar desde la infancia y perderse en el camino
Un libro libro que co-escribí con Mayra Muñoz y Úrsula Pose para madres, padres, docentes y personas curiosas. ¡Con prólogo de Luis Pescetti!
Lo consiguen acá de forma física y acá para leer en e-book.
¡Excelente planteo! Gracias 🙏
Hermoso...tan tan identificada ❤️🩹
Gracias x tdo y siempre....