Decí lo que pensás
Ahora les cuento qué pienso, pero antes también quiero pensar sobre la fórmula “decí qué pensás”.
“Mi siglo, mi fiera, ¿quién podrá mirarte dentro de los ojosy soldar con su sangrelas vértebras de dos siglos?”.
Osip Mandel’stam.
Abrir las redes sociales es encontrarse con una catarata de opiniones sobre diversos temas. El algoritmo de mi tik tok o instagram es completamente aleatorio: pasa de discutir la utilidad de la Airfryer con igual intensidad que habla de la yerba Cósmico que se hizo viral y denuncia la corrupción en algún tema político. Después hay videos de personas y personas -algunas más famosas o “relevantes” que otras aunque da igual- analizando lo mismo una y otra vez. Repitiendo hasta el cansancio los mismos discursos y perpetuando la indignación o la celebración de los hechos.
Según el día me interesa más o menos. Pero confieso que en este último tiempo me empezó a incomodar cierta forma de consumir el contenido que veo, y especialmente una exigencia a la hora de generar contenido sobre la coyuntura.
¿De qué cosas necesito opinar? ¿Vale mi opinión por sobre todos los temas? ¿Cuál es “mi contenido”? ¿Tengo que estar pendiente de todo lo que pasa?
Me pregunto qué significa involucrarse con cuestiones de esta época y si vivir una época nos obliga a que todos y todas nos expresemos a cada minuto. ¿De quién y de qué cosa somos contemporáneos? se pregunta Giorgio Agamben.
La palabra contemporáneo significa “a la par en el tiempo”. La componen el prefijo con-(junto, a la par), tempus (tiempo) y el sufijo -aneo que significa pertenencia o relación. Lo contemporáneo busca entender el tiempo que vivimos.
La cosa es cómo queremos entender estos tiempos y desde qué lugar nos entregamos a comprender la realidad. El tono que advierto, especialmente en la virtualidad, es como si fuera el de una voz acusadora que exige opiniones rápidas y taxativas. No importa casi qué pensamos sino que lo expresemos rápido. Nadie tiene ganas de leer algún texto o varias ideas contrapuestas pero sí es importante compartir la placa en Instagram ‘x’ que expresa la indignación del día.
También está el modo con el que le pedimos al otro que opine y se exprese. Una cosa es invitar a alguien a que diga su opinión, preguntarle qué piensa al respecto sobre algún tema, y otra muy distinta es exigir o acusar. Hay algo en la cancelación de estos tiempos en donde pareciera estar todo listo para buscar al próximo acusado.
Por eso, y porque lo contemporáneo va por otro lado, yo me bajo de estas presiones. Me bajo de la exigencia de tener que opinar de todo. Y me bajo de la presión de que otros y otras me digan de mala manera sobre qué debo o no opinar.
Sobre algunas cosas, las que me importan o conozco mucho, tengo cosas para decir. Sobre otras, que me importan y no sé tanto, prefiero escuchar a otros y detenerme y pensar y dudar y volver a pensar. Y sobre otras, que no me importan pero a otros sí y que tampoco tengo nada para decir, prefiero callar.
Agamben explica que lo contemporáneo tiene que ver con habitar el tiempo de una forma singular. “Contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir, no sus luces, sino su oscuridad”. Contemporáneo es el que sabe ver esa oscuridad, “el que está en condiciones de escribir humedeciendo la pluma en la tiniebla del presente”.
Y por eso, ser contemporáneos es, sobre todo, una cuestión de coraje: porque significa ser capaces no sólo de tener fija la mirada en la oscuridad de la época, sino también percibir en aquella oscuridad una luz que se aleja infinitamente de nosotros.
Es todo un desafío distinguir el carácter de urgencia de la propia coyuntura. Todos nosotros respondemos a la cotidianeidad, a una época, y las cosas que suceden nos afectan; pero quizás tengamos que tener cuidado de no caer en las trampas de la inmediatez y la agresión gratuita.
El día a día está colonizado por una opinión ya hecha. Por eso, poder decir en estos tiempos “no sé” o “dejame pensar” puede ser muy emancipador.
Pd. Y ya que estamos, me parece terrible lo que pasó con Alberto Fernández. Lo repudio y ojalá le caiga todo el peso de la ley. También me afecta, me preocupa y estoy pendiente de lo que sucede en Israel y en Medio Oriente. Como dice Diana Sperling, “el judío es el único pueblo que puede ser odiado bajo diferentes nombres, según la época: judeofobia, antijudaísmo, antisemitismo, antisionismo…”. Se viven tiempos de una escalada de violencia muy fuerte, por eso, mejor dejemos de acusarnos y en todo caso preguntemos antes de aseverar.
Queridos mapadres y cuidadores:
¿Cómo están? Confieso que el tema de esta semana era otro pero la irrupción de esos mensajes llamaron mi atención y sentí la necesidad de escribir sobre todo esto. ¿Qué piensan ustedes? Me interesa leerlas y leerlos.
Sobre el tema de hoy tengo algunas recomendaciones:
Hay un ensayo que me gusta mucho, de Alain Badiou y Zizek, que se llama Filosofía y actualidad: El debate.
Esta columna de Tamara Tenenbaum que salió publicada en elDiarioar sobre Opinar sobre cosas.
El libro El optimismo cruel de Laurent Berlant que habla también de esos tiempos y cómo es necesario tener un impasse.
¿Qué más? Ah, sí: dejemos la coyuntura y entreguémonos al amor. Quedan los últimos dos cupos para el curso que empieza este sábado: Filosofía del amor.
Son dos encuentros, los días sábados 17 y 24 de agosto, de 10 a 12 (por zoom). El curso es teórico práctico. Tendrá una parte más teórica y expositiva, y una parte en la que conversamos y analizamos casos prácticos de la vida cotidiana. Cada clase queda grabada y la mandamos para que puedan verla durante un mes. También van a recibir una carpeta con un material seleccionado sobre la temática. Los cupos son limitados porque la idea es poder charlar y que se genere un lindo grupo.
Los contenidos que vamos a trabajar son:
Primer encuentro: ¿Qué concepciones heredamos del amor? Características del deseo y del amor romántico. Cómo juegan esos requisitos en el matrimonio, la soltería, los hijos y las amistades. ¿Hay posibilidades de pensar nuevas formas de amar?
Segundo encuentro: El amor amenazado: Agonía del Eros y Elogio al amor. Ambivalencias en torno al amor. Repensar otras maneras de relacionarnos afectivamente.
Creo que nada más. Nos volvemos a encontrar dentro de dos semanas, como siempre.
Aprovecho para contarles que:
¡Pueden contestarme a este mail contándome lo que quieran que siempre las leo! Sé que no respondí los últimos correos aunque los leí, pero otra vez entré a trote y prometo responder antes de que salga el próximo envío.
Este correo es posible gracias a las personas que forman parte del Club Harta(s), mi suscripción mensual. Por menos de lo que vale un café con leche, reciben un correo extra mensual, tienen un descuento extra y prioridad en todos mis talleres o propuestas, y además la posibilidad de encontrarnos a charlar 1:1. Acá pueden sumarse.
Si quieren proponerme nuevos temas para que escriba pero a través de un formulario porque se sienten más cómodas, está esa opción también.
Ahora sí, ¡hasta el próximo martes!
¡Les mando un súper abrazo!
F.
Escribí dos libros y acá pueden conseguirlos:
¿Y vos qué pensás? Viaje filosófico por las ideas
¡Un libro que escrib
í para chicos y chicas de 9 a 101 años!
Acá encuentran un fragmento.
Filosofar desde la infancia y perderse en el camino
Un libro libro que co-escribí con Mayra Muñoz y Úrsula Pose para madres, padres, docentes y personas curiosas. ¡Con prólogo de Luis Pescetti!
Lo consiguen acá de forma física y acá para leer en e-book.