No soporto estar triste y comparto algo feliz.
¿Por qué nos cuesta convivir y validar nuestras emociones tristes? Así que sí, hablemos de la tristeza.
Pero lo cierto es que la pena voló
y no importó ya ni siquiera porqué.
“Se va, se va, se fue”. Drexler.
Una cosa es saber algo y otra cosa es ponerlo en práctica.
Una cosa es decir que “hay que aceptar todas las emociones” y otra es aprender a bancarse los días en los que nos sentimos tristes.
La semana pasada me sentí así: un poco triste y ansiosa. Me di cuenta que no transito bien esos días. Qué viva, ¿no? ¿A quién no le gustaría estar siempre “bien”?
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¿Dónde se aloja la tristeza? Cuando era chica en la panza. Ahora que soy grande en la voz. A Lucas le salen erupciones en la piel. Mi amiga Mayra suele tener angina. Qué sabio el cuerpo que nos avisa cuando nuestra mente no puede o no quiere darse cuenta.
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Tardo unos días en darme cuenta qué es lo que me pasa. Me doy cuenta que estoy nerviosa. No sé por qué. Recorro diferentes hipótesis, la mayoría tienen una cuota de dramatismo desmesurado. Lo acepto. Cuando digo “ya fue” es cuando me doy cuenta de qué va mi preocupación.
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Cosas que mi psicóloga me recomienda hacer cuando siento ansiedad, aunque no las hago: respirar, hacer yoga, hacer algún deporte, salir a caminar. Respirar, lo repite muchas veces. Poner alguna meditación en Spotify e intentar relajarme.
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Cosas que hago cuando siento mucha ansiedad: respirar (pero poco, no como me propone mi psicóloga), decirme “Basta, Florencia” porque lo aprendí de la película Lucca y funciona bastante, abrazar a mis hijas. Esto último me funciona mucho. Las abrazo, las apretujo y las huelo. “Qué pesada, mamá”, suele decirme Sofi y toda esa situación me produce risa y ternura. Me calma.
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Razones por las que estoy ansiosa esta semana: porque va a salir mi próximo libro y me da miedo. Porque pienso se me vienen todos los fantasmas juntos en la cabeza: que no es buena época para escribir libros, que no es buena época para comprar libros, que porqué no me dediqué a otra cosa. También empiezo a confundir malestares y me termino preocupando por otras cosas.
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El otro día mi hija se animó a expresar lo que yo a veces no me animo. “Estoy triste, mami”, me dijo. Y yo al toque me preocupé. ¿Por qué estas triste? Contame. ¿Pasó algo? Decime. “A veces no sabemos porqué estamos tristes”, me contestó. “¿Puedo hacer algo por vos?”, le pregunté. “Nos podemos abrazar”, me contestó. Y eso hicimos.
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“Correr el riesgo de la tristeza sería el contrario de ingresar en la melancolía; comprender que es la comparsa secreta de la beatitud, y que este ensanchamiento del ser que ella nos señala nos hace recordar otra posibilidad de ser nuestros y del mundo, abiertos a lo que venga”, escribe Anne Dufourmantelle.
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En “Se va, se va, se fue” Drexler lo escribe tal cual: algunas veces, mejor no preguntar. Por una vez que algo sale bien. Si todo empieza y todo tiene un final. Hay que pensar que la tristeza también.
Y sí, la tristeza así como llega también se va.
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Qué importante animarse a sentir. Darle lugar al dolor, y no salir rápidamente a traducir o decodificar todo lo que nos pasa (o que le pasa a las personas que queremos).
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Al otro día me despierto mejor, más tranquila. Me sirvió ponerle palabras a eso que me pasaba. Ahora que se fue veo las cosas con otra perspectiva. Me desperté contenta. La cosa no cambió mucho, solo que así como la tristeza llegó también se fue. Hasta la próxima, claro.
Queridos mapadres y cuidadores:
Estoy terminando de escribir este correo en la madrugada del lunes. Aunque son la 1:26, así que estrictamente ya es martes. La reunión de la mañana del lunes se extendió de más, después tuve un cumpleaños infantil, una nota que tenía que cerrar y entregar más otras yerbas hicieron que me demorara con este newsletter. Podría no haberlo mandado, sí. Pero ustedes saben que mi compromiso con este proyecto es absoluto así que ¡acá estoy!
¿Por qué hablar sobre la tristeza? Porque así me sentí algunos días atrás, antes de ponerle una explicación a este sentimiento. Me di cuenta que después de varios días de estar insoportable lo que me tenía “mal” era la salida del libro. El otro día una amiga me preguntó cómo podía estar mal por algo tan lindo. Y sí, a veces lo que amamos implica una emocionalidad difícil de traducir. Se mezcla con miedos, fantasías, ilusiones. El amor y sus filos, ¿no?
Tengo tres recursos que me encantan sobre la tristeza: esta canción de Gabo Ferro, una belleza. Esta canción de Drexler, que cito en el correo. Este libro para infancias.
Aprovecho para compartirles que charlé con Julieta Saulo en un ciclo de entrevistas que se llama Fuera de la caja. Fue preciosa, una charla re íntima, derrapé un par de veces pero me reí un montón también. Acá se las comparto.
Quería contarles también del curso Filosofía del amor que salió divino y del taller que di en Chivilcoy que me hizo muy feliz pero estaría procrastinando compartir lo que me vengo guardando hace meses.
Y sí, es mi nuevo libro. Lo voy a anunciar hoy en redes pero ustedes ya saben que me gusta que se enteren antes que el resto. Sí, tienen coronita por ser lectoras fieles de este newsletter.
El filo del amor es mi nuevo libro. Habla del amor, sí. Pero no solo como algo hermoso y placentero, sino también sobre sus oscuridades, sus complejidades, sus filos.
¿Se puede considerar amigo a una persona con la que hablamos una vez por año? ¿Siempre elegimos como amar? ¿Puede una madre amar y odiar a sus hijos al mismo tiempo? ¿Queremos vivir sin amor?
Este libro nace de muchas situaciones en torno al amor: de la frustración que sentimos cuando las relaciones no “funcionan”, de preguntarme si puedo vivir sin amigos después de haberme peleado con una persona que quería mucho, de haber hecho por amor cosas de las que me arrepiento, de la angustia que siento cuando un amor se termina y de lo que disfruto cuando está ahí.
Hace meses venimos trabajando con Marcela Peidro, colega y amiga, en este libro. Nos reunimos en cafés, leímos mucho, discutimos, nos reímos. Fantaseamos con este momento en que el libro es un hecho y ahora solo me queda agradecer y compartirlo con ustedes. Ojalá les guste.
A partir de septiembre lo van a poder conseguir en todas las librerías del país. En Mercado Libre ya guuglié y está (qué ansiedad). En la tienda de Planeta tienen hasta 3 cuotas sin interés para envío nacional. A partir de la semana que viene en todas las librerías del AMBA y en quince días en todo el país.
Les comparto el trabajo de los últimos meses, recién llegado a mi casa y sobre mi escritorio:
Ya tengo novedades sobre la presentación también. Estamos armando algo hermoso, abierto y gratuito. Ya les contaré más, pero pueden agendarse el 28/09 a las 18 hs -un sábado, horario tranqui, pueden venir con quien quieran-.
Ya voy cerrando, pero antes:
¡Pueden contestarme a este mail contándome lo que quieran que siempre las leo y respondo!
Este correo es posible gracias a las personas que forman parte del Club Harta(s), mi suscripción mensual. Por menos de lo que vale un café con leche, reciben un correo extra mensual, tienen un descuento extra y prioridad en todos mis talleres o propuestas, y además la posibilidad de encontrarnos a charlar 1:1. Acá pueden sumarse.
Si quieren proponerme nuevos temas para que escriba pero a través de un formulario porque se sienten más cómodas, está esa opción también.
Ahora sí, ¡hasta el próximo martes!
¡Les mando un súper abrazo!
F.
Escribí dos (ahora tres) libros y acá pueden conseguirlos:
¿Y vos qué pensás? Viaje filosófico por las ideas
¡Un libro que escrib
í para chicos y chicas de 9 a 101 años!
Acá encuentran un fragmento.
Filosofar desde la infancia y perderse en el camino
Un libro libro que co-escribí con Mayra Muñoz y Úrsula Pose para madres, padres, docentes y personas curiosas. ¡Con prólogo de Luis Pescetti!
Lo consiguen acá de forma física y acá para leer en e-book.
Q hermoso lo del libro!!...y como nos ven nuestros hij@s en los diferentes estadios q pasa la vida...q dulzura sus interpretaciones xq verdaderamente nos ven así!!
Hermoso lo q escribís .... siempre!!
Felicitaciones x lo del libro ♥️