Sobre el deseo de tener (o no) hijos
¿Qué es desear la maternidad? ¿Cómo funciona el deseo por un hijo? ¿Se desea igual que se desea una Coca Cola, algo que te comprás o que querés consumir? ¿Cómo saberlo?
“Descubrí
que el hambre es lo que siente
la gente que espía por las ventanas
y que el sólo hecho de entrar sana”.
Tuve hambre, Emily Dickinson.
Me importa la pregunta por el deseo en la maternidad porque me importa la pregunta por el deseo. No siempre nos damos cuenta qué es lo que deseamos, a veces nos damos cuenta tarde, cuando ya se nos pasó el tiempo. La pregunta por el darse cuenta supone que hay algo que podemos identificar de forma concreta. Una punta de dónde agarrarnos y decir “es por acá”, “sentí deseo con esta situación”.
Cuando pienso en el deseo de la maternidad todo se complejiza aún más. ¿Cómo se desea aquello que no se conoce? ¿Qué es lo que deseamos exactamente? ¿Un bebé? ¿Un hijo? ¿Una familia? ¿Deseamos la foto del hijo o deseamos cambiar más de diez pañales por día?
En la novela autobiográfica Maternidad, Sheila Heti explora la pregunta por el deseo. Tiene treinta y siete años, ya se ¿realizó? profesionalmente como periodista, está en pareja estable también. ¿Y ahora? ¿Tendría que venir el hijo como el “próximo paso”? El libro recorre la pregunta por el deseo y la explora con mucha sinceridad al reconocer también el peso de esa pregunta en la historia de las mujeres.
“No desear lo que aporta sentido a la vida de muchas otras personas implica una especie de tristeza. Puede ser la tristeza de no vivir una historia más universal, el supuesto ciclo vital: que de un ciclo vital debería surgir otro. Y cuando de nuestra vida no surge otro ciclo, ¿qué se siente? No se siente nada. No obstante, se experimenta cierta sensación de desengaño cuando no queremos para nosotros las cosas maravillosas que ocurren en la vida de los demás”.
Quizás el problema esté ahí, en las fantasías que tenemos sobre las cosas maravillosas que ocurren en la vida de los demás, y no tanto en si deseamos o no deseamos ser madres. En una entrevista que le hizo el periodista Diego Iglesias a la escritora Mariana Enríquez, ella afirma que no le interesa tener hijos y que, por eso, “no tenerlos te prolonga un poco la juventud mental” y hace referencia al tedio de tener que ver Peppa Pig, por ejemplo, y no poder hacer uso de ese tiempo para una misma.
Ante esos dichos, un sinfín de agresiones y opiniones en twitter vuelven una y otra vez a lo mismo: lo que creemos que hacen los otros, aquellos que no viven la vida que deseamos para nosotros mismos.
Muchas veces no disfruto de ver Peppa Pig y, por momentos, la maternidad es una tarea por demás esclavizante. Pero tampoco veo a mis amigas no madres gozar en cada una de las actividades que hacen o haciendo un uso absolutamente libre y ¿divertido? de su tiempo. Ni todas las madres son abnegadas y sacrificadas; ni todas las que no son madres son individualistas o egoístas.
En Nacemos de una mujer, Adrianne Rich diferencia la maternidad como institución de la experiencia de la maternidad. No es lo mismo analizar el mandato histórico en torno a la maternidad que elegirlo a pesar de todo eso. Vuelvo a Sheila Heti y al misterio que termina rodeando a la cuestión del deseo. Quienes desean o no desean ser madres (porque no elegirlo también es fruto de un deseo y de una elección), también están moviéndose constantemente entre el mandato y lo que es involuntario; entre lo que dictan las convenciones y lo que resulta una sorpresa: desear o no desear un hijo es un acontecimiento.
Desear un hijo, en mi caso, fue ir contra ese checklist racional con “pros” y “contras” que nos hacemos los adultos progres y que supone que todo puede ser milimétricamente calculado. Podríamos escribir una lista muy larga con razones por las cuales no sería conveniente tener hijos en el siglo XXI y, sin embargo, ¡muchas personas siguen reproduciéndose (y algunas hasta repetimos la experiencia)! Quizás la cuestión del deseo sea también una sorpresa.
La pregunta por el deseo es una pregunta que cobra relevancia según quién la enuncie (¿qué tenemos para decir, por ejemplo, de las madres adolescentes que desean pasar por esa experiencia a tan temprana edad? ¿y las maternidades pobres? ¿o hablar de “maternidades deseadas” vale distinto cuando es enunciado según el estrato social?). Por eso, el deseo también tiene sus propios límites. Podés desear un hijo y después no poder tenerlo. Podés no desearlo. Podés desear la maternidad y después arrepentirte de esa experiencia. Y también podés desearlo, e ir construyendo ese vínculo.
Ahora me doy cuenta que lo que genera duda -existencial y eterna- es el hecho de que un hijo es un otro con el que tendremos que convivir toda la vida.
Queridos mapadres y cuidadores:
¿Cómo están? ¡Espero que muy bien! Por acá empiezo por reconocer que este no era el texto que tenía pensado compartir hoy con ustedes. Tenía agendado escribir durante tooooda la mañana del lunes sobre mi experiencia en esta segunda maternidad, pero no vino la niñera y los planes cambiaron. Me encontré pidiendo auxilio a la abuela para que llevara a Sofi al jardín, y yo a cargo de la bebita durante todo el día -o hasta que su padre termine el horario laboral de oficina-. Así escrito parece un camino de relax y auto-aceptación, pero sepan que me frustré bastante y recién pasadas las 3 pm pude aceptar el devenir caótico del día (¡cómo cambia cuando lo aceptamos, y cómo cuesta hacerlo también!).
Estaba por no mandar ningún correo, pero soy tan fanática de este proyecto que no quería que pasara eso. A veces me preguntan qué tips recomiendo para escribir, y este sería uno: vuelvanlo público. Para mí comprometerme a mandar un correo cada quince días implica hacerlo. Y a veces me cuesta, mil veces me falla la logística, pero también están las ganas de hacerlo posible y ver qué puedo sacar de la galera para que siga existiendo. ¡Y era cuestión de buscar! Opté por agarrar un recorte (muy breve) del capítulo sobre cuidados y crianza del libro que estoy escribiendo. Espero que les guste (porque mostrar algo que está en medio de un proceso de producción es también ir contra el síndrome de la impostora).
Antes de cerrar, aprovecho a recomendarles toda la entrevista a Mariana Enríquez, siempre es un placer escucharla. Y si quieren profundizar en el debate acerca del deseo, les comparto este episodio que escuché de Las pibas dicen, “Ser o no ser (madre)”. Además de las autoras que ya cité en este correo: Maternidad de Sheila Heti y Nacemos de una mujer de Adrianne Rich.
Si quieren proponerme temas para que escriba en próximas ediciones, acá pueden hacerlo. También pueden compartir algún fragmento en sus redes sociales etiquetándome. Y si quieren responder este mail y que yo les conteste, ponen responder directamente :) o aprietan un símbolo que está arriba del correo que es como un círculo de flechas (seguro tiene un nombre pero ahora no me acuerdo).
Nos volvemos a encontrar el martes 14/11 (para ese entonces mi hija mayor ya tendrá cuatro años y la menor próxima a cumplir sus seis meses. No acredito este nivel de paso del tiempo).
¡Les mando un súper abrazo!
F.
Mis cursos (audio-clases) de filosofía que pueden hacer desde y cuando quieran:
Maternidades y filosofía: deseo, odio y amor.
Partiendo de la idea de que la maternidad es una experiencia colectiva, buscamos salir de la figura de la Madre para pensar a las maternidades desde sus complejidades, tensiones y restos.
Cada encuentro es una invitación a pensar, usando como disparadores ideas de la filosofía y la literatura. El taller incluye ejercicios de escritura y material bibliográfico seleccionado para enriquecer la experiencia. Un detalle: tienen acceso de por vida :).
Felicidad, ¿tóxica?
Nos rodean las frases inspiracionales: “¡La felicidad depende de vos!” “¡Salí de tu zona de confort!” “Cada crisis es una oportunidad”. Sin embargo, no somos más felices por eso.
¿Qué pasa con el mandato de la felicidad que se nos exige hoy en día? ¿Por dónde pasa ser felices? Este taller busca reflexionar sobre el problema de la felicidad. Cada encuentro es una invitación a pensar, usando como disparadores ideas de la filosofía y la literatura. Un detalle: tienen acceso de por vida :).
Escribí dos libros y acá pueden conseguirlos:
¿Y vos qué pensás? Viaje filosófico por las ideas
¡Un libro que escribí para chicos y chicas de 9 a 101 años!
Acá encuentran un fragmento.
Filosofar desde la infancia y perderse en el camino
Un libro libro que co-escribí con Mayra Muñoz y Úrsula Pose para madres, padres, docentes y personas curiosas. ¡Con prólogo de Luis Pescetti!
Lo consiguen acá de forma física y acá para leer en e-book.